martes, 2 de agosto de 2011

Texto creativo "Como agua para chocolate".

Emisor: Tita.      Receptor: Chencha.       Situación Comunicativa: Descubriendo los sentimientos.

Querida Chencha:
     Yo, como todos mis días, estaba observando al Dr. Brown, sentada cerca de la ventana del pequeño laboratorio, que, él  tenía en el fondo de la casa, mientras una pequeña luz se filtraba por la ventana dándome un tibio calor en el frío crónico de mi alma.
   Tanto para Brown, como para mí, ese lugar era el preferido de ambos. Si bien Mamá Elena quería que estuviera en un manicomio, gracias a Brown  estaba allí, en ese maravilloso lugar, sin dejar de olvidarme el intenso dolor cuando Brown me puso la nariz en su lugar.
   Después,  con sus manos amorosas me fue quitando la ropa para bañarme, sacarme la suciedad de las palomas para dejarme limpia y perfumada. Luego me cepilló cuidadosamente el pelo, me acostó en una cama con sábanas almidonadas.
   Chencha querida, cómo olvidarme de esas tiernas, envolventes y cálidas manos que me rescataron del terrible horror en el cual yo estaba viviendo.
   Yo, tan perdida que estaba, además de aguardar silencio, de no comer, descubrí que mis manos no sabían qué hacer, ya que ahora no estoy bajo las órdenes de Mamá Elena.
   Un día, un intenso humo que provenía del laboratorio inundó mi cuarto con un perfume tan agradable que abrí las ventanas para que perfumara todo el ambiente. Junto a  ese olor, cerré los ojos y me vi sentada junto a Nacha. Caminé hacia el laboratorio y me encontré a una mujer como de 80 años de edad, parecida a Nacha. Una larga trenza cruzaba la cabeza. Estaba hirviendo un té en un cazo de barro. Disfruté tanto ese sabor de hierbas desconocidas y conocidas al mismo tiempo.
   Días tras días y poco a poco esa persona fue desapareciendo y apareciendo el Dr. Brown.
   Como si fuera un milagro, Brown me leyó  la mente y me contó que la abuela, esa señora de casi 80 años, tenía una teoría: “TODOS NACEMOS CON UNA CAJA DE FÓSFOROS EN NUESTRO INTERIOR, NO LAS PODEMOS ENCENDER SOLOS, SINO QUE NECESITAMOS OXÍGENO Y LA AYUDA DE UNA VELA”.
   En nuestro caso,  el oxígeno es el aliento de la persona amada, y la vela puede ser: un alimento, una canción, caricias, música, palabras o algunos sonidos que haya disparado el detonador y así, encender uno de los fósforos. AL encenderlos, es como un calor intenso en  nuestro interior que irá desapareciendo poco a poco.
   Cada persona tiene que descubrir sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encender uno de los fósforos, es lo  que  nutre de energía al alma. Cada persona tiene que descubrir cuáles son los detonadores de cada uno.
   Si la caja de fósforos estuviera húmeda, nunca podríamos encender un solo fósforo y si esto sucede, nuestra alma huye de nuestro cuerpo. Caminando se va por el camino equivocado, tratando de alimentarse y de darse  calor.  
  Chencha, nunca olvidemos que si se humedecen los fósforos, siempre hay una manera de secarlos. Hay que tener en cuenta que hay que encenderlos con cuidado, uno a uno, porque si los encendiéramos todos juntos se produciría un esplendor tan grande que iluminaría más allá de lo que normalmente podemos ver.
   Brown me enseñó un juego, que nunca me imaginé:
  “Toma un fósforo y escribe sobre la pared lo que sentís y a la mañana siguiente intentaré adivinar lo que escribiste.”
  Lo que yo  no sabía era que el fósforo brillaba por las noches y podía ver lo que escribí.
  Chencha querida, si es así el milagro de las propiedades del fósforo, pronto nos  veríamos.
  Ese es mi deseo.
  Nos veremos pronto.
  Tita.

 








Sol Garòfalo Pidal-3º ESB-Nes

2 comentarios:

  1. ¡Excelente, Solchi! En esta etapa, ya Tita puede llamarlo John al Dr Brown, ¿no? Digo... para no repetir tanto su apellido y para mostrar el cariño que Tita va teniendo por él. ¡Me encantó la carta!

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  2. Jajaja... ¡Gracias Laura! Si yo lo pense pero como es esa epoca eran muy educados con el vocabulario entre sí, pense en poner el apellido de John.

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