martes, 28 de mayo de 2013

Medea como Heroína trágica
  El héroe trágico es aquel que debe resistirse al más insoportable de los sufrimientos con elevación, es decir, con “la Frente en Alto”, ya que la rendición implica perder la calidad trágica. A su vez, la acción trágica se caracteriza por la participación de la Peripecia, que según Aristóteles, es la “inversión de las cosas en sentido contrario”, esto nos comunica, que la tragedia griega se basa en la inversión de suerte, destino, ideas, o fortuna del héroe trágico. Esta inversión es tomada y pensada como un castigo dado por los dioses, los cuales perjudican el destino del héroe.
  En este trabajo, se analizará la Imagen de  Medea, como una heroína Activa. Eurípides  al tiempo que lleva la imagen de Medea, desmitifica a Jasón, ya que lo muestra como un personaje pasivo, traidor al amor.
  La mujer griega tenía un rol muy específico y debía responder al modelo Femenino que estaba impuesto por la sociedad: por ejemplo, estar presente ante su familia, su padre, o esposo, al mundo exterior, atender a las personas de la casa y a sus hijos, el esposo con el cual se casaría.
  Si bien Medea lo tenía todo: a su padre, su tierra, su hermano, una vez provocado el desequilibrio, es decir, el abandono de Jasón después de haber hecho todo lo que hizo por él, para Medea se desmesura todo:
  “Medea: Este suceso inesperado que se me ha venido encima me ha destrozado el alma (…), pues mi esposo, en quien tenía yo puestas todas mis ilusiones,-bien lo sabe él- ha resuelto ser el peor de los maridos
  Entonces, a partir de este momento, la figura de Medea se modifica, de ser pasiva aceptando su rol, para ser activa y luchar por lo que quiere, de modo que transgrede el rol social de la Mujer. Medea, en su desmesura en los sentimientos de amor-desamor, en un primer momento, expresa capacidad para amar sin límites a Jasón, pero como consecuencia comenzando a odiarlo, sintiéndose engañado, burlada, traicionada…
  “Medea: te salvé (...), tras matar yo la serpiente que, sin dormirse, guardaba el vellocino de oro(..), después de traicionar a mi casa y a mi padre, mas por pasión que por prudencia, llegue contigo (..) A Yolcos (...) mate a Pelias (…) y tras (…) estos favores (...) no has cumplido tus juramentos conmigo”
De este modo, finalmente, aprovechando el hecho de ser hechicera, se muestra como una mujer violenta:
  “Medea: Que nadie me considere indolente y débil, y tampoco pacifico, sino de carácter bien diferente: pesada para los enemigos y benévolo para los amigos”.
  Es decir, Medea que el objetivo es su venganza: no es recuperar a Jasón, sino matarlo, lo cual no le resultaría difícil, pues se trata de una maga poderosa, aunque Medea prefiere infligirle el mayor dolor posible, dejando que viva las consecuencias de sus caprichos y de su ingratitud, matando a Glauce (su actual amada) enviándole mediante sus hijos, un peplo y una corona se va cayendo. Por último matara a sus hijos, acuchillándolos en su palacio:
"Medea: Este será la mayor destelladla que puede recibir mi esposo”.
  En conclusión, Eurípides nos presenta a Medea, violenta, cruel, despiadada, asesina de sus hijos, pero que paradójicamente, no constituye una encarnación del mal, sino más bien de la desmesura del amor: una vez dejo todo por seguir lo que le dictaba el corazón y ahora se ve convertida en una víctima de su propia ilusión. “¡Ay, ay, qué mal tan grande es para los mortales enamorarse!”.
  Lo hace de tal manera que no resulta difícil inclinarse a juzgarla con ternura, e incluso a veces casi llegar a justificar sus actos.